La
chiquilla chilló:.
-¡Señora, no llore! Nino vivirá siempre. Su voz, su sonrisa y sus
canciones nunca faltarán.
Mary, con los ojos secos de dolor, la miró con ternura.
Más allá otras chicas lloraban:
-¡Nino no ha
muerto! ¡Nino vivirá siempre y jamás se ausentará de nuestro
corazón!
Mary, enlutada, caminaba casi en volandas, tras el féretro colgada
del brazo de su hermano. Al lado, llorosa y asustada, iba la madre
de Nino Bravo, doña Consuelo, a la que el artista cantó tantas
veces.
UN BESO Y UNA FLOR
Mary -María Amparo Esther- no vio a su Nino Bravo caído, muerto.
A veces deseó dar a su esposo un último
beso, mas la convencieron de que era mejor que recordara siempre al
Nino feliz y enamorado, al Nino padre de la pequeña <<Nana>>.
Mas ella, Mary, mareada de dolor, rota no pudo contenerse en el
instante del postrer adiós. Se acercó al féretro y lo besó una y mil
veces. De nuevo lloró. Vio sin pestañear cómo quedaba su Nino en el
nicho y, antes de que los albañiles colocaran los ladrillos, Mary
apretó un clavel rojo en sus manos, lo besó dulce y apasionadamente
y lo puso dentro del nicho.
EL DESVANECIMIENTO DE
MARY
Mary -que así
llamaba Nino a su esposa- se enteró de la muerte de su marido por un
hermano. Dicen que se quedó anonadada, pero consiguió balbucear:
<<¡No, no es posible que haya muerto!>>. Aguantó su dolor cuanto
pudo, pero sus fuerzas no resistieron. En la capilla del cementerio,
Mirando al Santo Cristo, murmuró:
-Dios mío,
Dios, ¿por qué me has desamparado?
Se mareó. Creo
que el doctor la reanimó con una inyección. Ante la tumba de Nino
Bravo, al decirle adiós, Mary, a veces se veía ajena a cuanto lo
rodeaba, volvió
|
a
marearse y sufrió un desvanecimiento en los brazos de su hermano y
de la familia. La policía redobló el esfuerzo para abrirle paso. Fue
sacada en volandas. Con ella estaba un médico. La llevaron a casa, a
la calle Bachiller, número 24, octavo piso, puerta 16. Es el piso
del matrimonio. Allí queda ahora Mary, viuda. Allí queda una niña
preciosa, María Amparo con catorce meses, pero... sin papá. Y allí
queda ahora, en el alma de Mary, el deseo ardiente de que la cigüeña
le traiga un varón al que tal vez llame Nino, aunque el padre había
pensado llamarle Iván.
EL
PORTERO DE LA CASA
El portero de la finca de El Bachiller, que se llama Pablo Ruíz, es
un hombre maduro, pero está triste. En una mesa baja hay pliegos de
firmas y bandejas con tarjetas. Aunque la capilla ardiente no
se instaló en casa, sino en el cementerio, muchos amigos pasaron por
el domicilio de Nino Bravo, en un barrio nuevo, de lujo, algo así
como una ciudad jardín.
-Fue algo terrible. Yo me enteré por la radio. Me quedé helado. Era
un chico muy de su casa. Simpático y espléndido. Recuerdo su primera
propina: quinientas pesetas.
-En el cementerio, unos chicos llevaban una corona cuya leyenda rezaba:
<<tus amigos de la calle Visitación>>. Es la calle en donde se crió
Nino Bravo, en Valencia, ya que del pueblo, Ayelo de Malferit,
marchó cuando tenía cuatro años.
DOVA Y YACO LARA
En el cementerio, Dova y Yaco Lara, figuras al lado de chicos de
diversos conjuntos, incluso el <<Dúo Humo>> Fernando y Miguel, los
chicos que viajaban con Nino Bravo en el coche en el que el artista
encontró la muerte.
Dova dice:
-Yo no podía creer que Nino Bravo había muerto.
-Yaco Lara, impresionado, añade:
-¡Que voz ha perdido España! ¡Qué voz! ¡Un tipo sin envidias, sin
mezquindades! Cuando yo me presenté en <<La gran ocasión>>, Nino
Bravo fue de los que de veras me desearon suerte y éxito.
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Amparo quien Nino llamaba cariñosamente Mary,
fotografiada
durante el entierro de su esposo, junto a una
familiar.
Mary, que espera su segundo hijo para otoño,
aparecería
deshecha por el dolor, aunque procuró mantenerse
serena. |